En la clase de Lengua, la profesora nos pidió que escribiéramos un cuento a partir de algunos datos propuestos por otros compañeros.
LUGAR: Minnesota
OBJETO PERDIDO: una bota con alas
PERSONAJE: Pocho la Pantera
FRASE: «No culpes a la noche, no culpes a la playa, no culpes a la lluvia, será que no me amas»
MOMENTO DE LA HISTORIA: En los locos 90
“No culpes a la noche, no culpes a la playa, no culpes a la lluvia, será que no me amas”. Ernesto se pasaba día y noche cantando esa canción. Había salido ese mismo año, en los locos 90, hace tres meses, y él la seguía cantando ya que idolatraba a Luis Miguel. Cuando alguien la escuchaba sabía que él se estaba acercando. De todos modos, nadie en la ciudad de Minnesota lo conocía como Ernesto. Todos lo conocían como Pocho La Pantera, su nombre de artista.
Todos los viernes tocaba en un bar en el centro. Y a decir verdad, se llenaba el lugar. Aparentemente sus distinguidas canciones de cumbia atraían a mucha gente. Pero un día, estaba por salir al pequeño escenario a cantar, cuando se dio cuenta de que le faltaba su zapatilla de la suerte. Su zapatilla favorita. Era una especie de bota con alas y Pocho se reusaba a salir sin ella. Después de varios minutos de discusión, Viviana, o como mucha gente la conocía entonces, “La Griega”, su novia, logró convencerlo.
Salió, y los nervios le jugaron en contra. Como se había convencido de que sin su zapato no lo podía hacer, en el medio de su segunda canción, “El Hijo de Cuca”, abandonó el escenario pensando que estaba cantando mal.
No cantó por casi cinco meses. Y cuando estaba por anunciar que se iba a retirar, vió como del techo bajaba volando su bota. El público comenzó a cantar su nombre, mostrando que no querían que se retirara. Y así fue, el Pocho siguió cantando en el mismo bar todos los viernes pero se preocupó de dejar sus zapatos bien escondidos para que no desaparezcan nunca más.